Hay una silla vacía
en aquella esquina de la cocina desde hace tiempo; nadie la quiere tirar,
nadie quiere sentarse en ella.
El primer asiento de la quinta fila de la iglesia se vació ayer,
y ya nadie la ocupará
en las misas del domingo.
Cojamos las sillas vacías
y creemos
un juego de las sillas, para darle vida al vacío que dejasteis,
de alguna manera.
Y cuánto puede ocupar
algo que no está;
un vacío nos absorbe
como la mayor de las tormentas.
Y hoy, desde nuestro ser,
desde lo posible e imposible, descansemos en las sillas vacías.
Cojamos las sillas vacías
y creemos
un juego de las sillas, para darle vida al vacío que dejasteis.